Este sábado 28 de diciembre, el Pitbull Stadium de Miami se llenó de música y olvido. Oniel Bebeshito logró congregar a cerca de 20 mil fanáticos en lo que fue su primer concierto en Estados Unidos. Pero no fue una noche para recordar las heridas del exilio ni las cadenas que aún atan a una isla. Fue una velada para olvidar.

Entre la euforia y los aplausos, se percibió una ausencia dolorosa: la voz de una comunidad que, aunque lejos de su tierra, sigue cargando los recuerdos de una patria que clama por libertad.

Mientras algunos decidieron acudir y festejar, otros, conscientes de lo que representaba, se mantuvieron al margen, rechazando participar en un espectáculo que parecía ignorar las luchas y el sufrimiento que muchos llevan consigo.

La noche transcurrió entre ritmos urbanos y coros multitudinarios, pero sin una sola mención a los presos políticos ni a la lucha constante de quienes, desde la isla, enfrentan la represión.

Muchos se preguntan si el arte puede permitirse ser neutral cuando su público lleva sobre los hombros historias de naufragios, dictaduras y resistencia. La ausencia de un mensaje de solidaridad con quienes aún sufren bajo el yugo de la dictadura dejó un vacío que ni la música más vibrante pudo llenar.

Quizás, en futuras presentaciones, artistas como Bebeshito recuerden que su escenario no solo es un lugar para entretener, sino también para alzar la voz por aquellos que aún esperan la ansiada libertad para Cuba.

Abajo el PCC!
Abajo Diaz Canel!
Abajo Raul Castro!
Libertad para los presos políticos!
Patria Vida y Libertad!